Se dejó hablar al remordimiento y en el centro de este ego, la autoestima por los suelos. Que en el reino de los cielos solo están los hombres buenos y en la tierra los humanos y hoy no vamos a culparnos. Ni soy sensata, ni tú eres sensato. Perdóname si al decirnos adiós, no son mis labios quien se pegan a tu boca. Y son dos tímpanos de hielo en tus mejillas. TAL VEZ HUBIERA SIDO MEJOR, PARA LOS DOS, UNA MEJOR ELECCIÓN O QUIZÁS JAMÁS NUNCA ENCONTRARNOS.
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